domingo, 18 de agosto de 2013

Erika


Erika

Erika, cuyo apellido nunca revela, nació en un pueblo en las afueras de Wyoming, en 1906, cuando los Estados Unidos de America, bajo la firme guía de Theodore Roosevelt, pasaba de ser una próspera colonia de campesinos acomodados a una superpotencia industrial. Desde pequeña vio a como el progreso avanzaba más y más sobre el tradicional mundo puritano, y creció como una niña del nuevo siglo, acostumbrada al cambio. Hija de un abogado rural, la suya era una joven familia liberal poco apegada a la tradición, aunque al vivir en una zona no demasiado urbana, también aprendió a apreciar el cielo diáfano, las noches tranquilas y los días sin el ruidoso tráfico que vino despues. Su madre, envidiada a su marido por todo el pueblo por su belleza, era una mujer de mucho carácter, que  formó parte del movimiento sufragista norteamericano, nacido durante el furor del feminismo de principios de siglo, que luego lograría el voto femenino en 1919. Erika creció escuchando historias sobre el Salvaje Oeste, y las hazañas de mujeres como Annie Oakley, Lil Smith, Rose Dunn y Calamity Jane. En su visión infantil, quería ser como ellas; su padre le seguía el juego, y sus primeros jugueres fueron pistolas, puñales y disfraces de vaquero, y no espejos, muñecas o vestidos como los de otras niñas.

Lamentablemente, sin embargo, la madre de Erika no pudo ver su obra terminada, ni política ni familiar, porque cuando su marido se ofrecio como voluntario para pelear en Francia en la 1era Guerra Mundial, ella lo siguió, alistándose como enfermera, y tuvo la desgracia de morir cuando aún no tenía 30 años, cuando la artillería bombardeó la posición donde se hallaba atendiendo a los heridos. El padre de Erika volvio de la guerra, vivo pero destrozado por dentro, y entro en una tremenda depresión. Erika tenia entonces sólo 10 años, y la sombría situación perjudicó sus estudios, atrasándose unos 3 años. Fue una chica taciturna y poco sociable en el colegio, hecho agravado por estar rodeada casi siempre de niños menores que ella, lo cual forzó en ella una temprana imagen y actitud de persona muy madura para su edad. Siempre preocupada por la salud de su padre, que nunca se recuperó de la pérdida, y por obtener buenos resultados en sus estudios tras sus tropiezos, Erika no tuvo tiempo para sociabilizar demasiado, y se mantuvo apartada de la gente de su edad durante los "locos" años 20, aunque solia mirar todo aquello con simpatía, pero como espectadora mas que como protagonista.

Trabajó unos años en un orfanato cuando los ahorros de su padre empezaron a reducirse, y para combatir su depresión comenzó a practicar tiro, su afición infantil, a los 14 años. Pese a no pasar verdaderas necesidades en ningun momento, Erika no se sentía una niña "bien", y comenzaba a estar bastante resentida por el mundo, quizá exagerando un poco lo injusta de su situacion, pero no hablaba de esto absolutamente con nadie. En el club de tiro conoció a una serie de personas de más edad que ella, incluyendo a un viejo comandante de caballería, que dirigia un grupo particular al que instruía en gimnasia y combate de tipo militar; siendo su lema que siempre deberían estar listos para defenderse, a ellos y a los suyos. Incluso el padre de Erika concurrió brevemente a este grupo, donde recuperó un poco el ánimo e intentó rehacerse de la muerte de su esposa. Cuando Erika terminó la Educación Media tenía 21 años, y se inscribió en una universidad pública en una carrera comercial. Pero justo entonces vino la gran crisis norteamericana, la caída de la bolsa de 1928 y los miles que quedaron en la pobreza, entre ellos su padre, que finalmente murió de disgusto un año despues.

Sin dinero, Erika trató de conseguir un trabajo decente, pero no era sencillo. Finalmente su entrenamiento le permitió ofrecerse como "Dama de compañía", en realidad guardaespaldas encubierto de Señoras que necesitaban protección pero no gustaban de tener un hombre siempre con ellas. Fue una época complicada, y rápidamente tuvo que afinar sus habilidades para sobrevivir.  Sus clientes eran usualmente amenazadas por la mafia, y llegó un momento donde no habia un sólo momento de paz, a cada instante temiendo que trataran de dispararle, acuchillarla o ponerle una bomba. Un veterano colega, retirado y ex-boxeador, le enseño a pelear con los puños, y le prestó su gimnasio para entrenar. El hecho de ser una mujer enfrentada a un submundo extremadamente machista, venido de Italia, no la ayudó para nada, y desarrolló una personalidad fría y distante. Su propia vida estuvo en peligro varias veces. Sin embargo, logró sobrevivir, y poco a poco pudo terminar sus estudios, aunque de poco le sirvieron realmente para la que ahora era su profesion. En su vida personal, cuando lograba apartarse de su entorno, Erika era una persona amable y tranquila, aunque poco dada establecer amistades y vínculos cercanos, por miedo a que terminaran en tragedia. Tampoco prestaba ninguna atención a su arreglo femenino, aunque esto no le impedia ser una chica bastante bonita, heredado de su madre, ni tampoco mantener el buen gusto y la sobriedad. Sus años viviendo con la violencia como profesión hicieron que ésta le disgustara bastante, y había abandonado por completo su admiración infantil por las mujeres pistoleras, a las que ahora veía con un poco de lástima, como se veía a si misma; pero a la vez se sentía con una responsabilidad hacia la gente que protegía. Pensó en hacerse  policía, pero justo entonces sucedió.

Corría el año 1935 y Erika, de 29 años, estaba trabajando como guardia de una dama de inglesa de edad avanzada que se encontraba en Estados Unidos luego de haber dejado su país, por la proximidad inminente de una nueva guerra mundial. Habia estado asistiendola durante unos meses, sin tomar ningun otro trabajo, y rememorando algo de sus estudios cuando tuvo que ayudarla con la administración, ya que la paranoica señora habia confiado plenamente en ella, pero no quería tener siquiera una secretaria. Camino a Boston, la limousina donde viajaba con su jefa, el chofer y un pequeño sobrino de 7 años de la señora, fue atacada por algo que parecía un animal, pero que de repente logró volcar el automóvil, estrellándolo contra un árbol. Aturdida, Erika salió del auto, para ver una criatura mitad lobo mitad murciélago pero de forma humanoide que parecía estar devorando al pequeño niño. Sin miedo, disparó y arremetió  contra el monstruo, pero fue fácilmente apartada y arrojada a un lado, y llena de horror de dio cuenta de que el choque la habia dejado inconsciente y que tanto su jefa como el chofer yacían cerca asesinados por aquel demonio, que parecía extraer la sangre del cuello con un mordisco. Nada en su entrenamiento la habia preparado para aquello y quedo paralizada de horror, pero entonces la criatura, con una voz de ultratumba, le habló.

Le dijo reconocer su habilidad, "para ser una simple mortal", y le ofreció la inmortalidad. Ahi mismo, en un páramo desierto sin un alma, con su cliente y las dos personas que viajaban con ella muertas ante sus ojos. El único precio era ayudarlo en una batalla, ya que alguien lo perseguía. No parecía que aquel monstruo fuera a aceptar un "no" por respuesta, asique Erika aceptó, sin pensar en absolutamente nada más que en sobrevivir, en aquel momento, sus obligaciones olvidadas ante aquel horror, incomprensible para ella que nunca siquiera habia sido supersticiosa. Lo que siguió fue un mordisco horroroso, pero que Erika sintió extasiante, aunque le aborrecía. Luego, un frío que helaba el alma, y luego, nada. Para cuando volvió en sí, estaba rodeada de pequeños animales desangrados que su Sire le habia dejado para comer. Que soy ahora? pregunto, pero el antiguo solo miraba a sus alrededores. Una hora despues llegaron los que tenian cuentas pendientes con el. La batalla fue cruenta pero rápida y en unos 2 minutos los 6 atacantes habían sido destruídos, lógicamente con el Sire llevando a cabo la mayor parte de la matanza. Luego, el sujeto, ya vuelto a forma humana, sencillamente se fue. Le llego a decir, casi a las apuradas, que era un Vampiro, que debia cuidarse de la luz del sol y del fuego, y que a partir de ahora se alimentaria de sangre, haciendo caso omiso a las desesperadas preguntas de Erika.

Trastornada, se refugió en las afueras de Boston, en una casa abandonada en un barrio bajo, cuando la ciudad aún no habia crecido ni la mitad de lo que es hoy. Estuvo un tiempo viviendo como una sin techo, o más bien casi como un animal, aceptando lo que era poco a poco. Comió animales al principio, hasta que en un momento no pudo resistir la necesidad de beber sangre humana. Por suerte, previsora como era, estaba casi saciada cuando lo intentó, por lo que pudo controlarse antes de matar a su víctima, algo que no penso que fuera posible. Habiendose dado cuenta de que no necesitaba asesinar para vivir, como habia creido en un principio, se tranquilizó un poco y busco normalizar un poco su vida. Había pasado más de dos años desde tu abrazo, y no había vuelto a oír hablar de su Sire, del cual se había olvidado, ni tampoco había encontrado a otros como ella, cuando volvió en sí como persona y decidio salir a la luz. Consiguio ropas limpias y algo de dinero, y como pudo trató de volver a Wyoming y de enterarse que había sucedido con el mundo mientras ella estaba oculta. Se enteró que no la habian conectado con los asesinatos, y que, gracias a la discreción paranoica de su antigua patrona, nadie sabía siquiera que viajaba en aquel auto. Consiguió un periódico y comprobó que los muertos habian sido clasificados como accidentados, ya que el automóvil se habia incendiado, y si bien se sabía que ella era empleada de la señora, nadie se cuidó de su paradero al no encontrar ni su cuerpo ni señas de su presencia en el accidente. 

En 1939 y los EEUU florecían aprovechando la bonanza de mercados de los dían anteriores a la Segunda Guerra. La prosperidad habia vuelto al pais y las cosas ya no estaban tan mal como 10 años antes. Su casa de Wyoming aún le pertenecía, y aunque tenía deudas grandes y fecha de remate, logró ponerse al día gastando todos sus ahorros, que aún estaban en el banco, pagándole a una vecina que la conocía para que le haga los trámites. Se quedó viviendo unos meses en Wyoming, hasta que vendió la casa que habia heredado de sus padres. No queria permanecer allí. Volvió a Boston, compró una pequeña casa en las afueras y, esquivando de diversas maneras el tener que salir de día, logró instalarse allí. Siguó sin tener noticias de los suyos por unos años, incluídos los de la guerra. Cuando esta estalló para los USA, y muchos de sus vecinos fueron movilizados, decidió que era el momento de ir desapareciendo paulatinamente de escena. Un buen día tapió su casa, como si fuera a ser vendida, pero continuó pagando las cuentas, y saliendo a la calle cada vez menos. Mientras tanto, el pequeño pueblo creció muy rápidamente a su alrededor, impulsado por la vida universitaria, y rápidamente convirtiéndose en una típica sede de la Elite. Cambiaron los vecinos y las casas del barrio, lo que la ayudó a permanecer poco ubicua. Eventualmente volvió a trabajar como guardia, aunque ahora solo de noche. En una ocasion, casi 15 años despues de ser abrazada, fue contactada por el Sheriff de Boston, que le explicó lo complicado de su situación, chiquilla de un Sire famoso por su rebeldía y crueldad, aunque ella no hizo demasiadas preguntas. Por el contrario, se ofreció a ayudar en todo lo que pudiera, por lo que el Sheriff la felicitó por su dispocision y por haber vivido tanto tiempo sin despertar sospechas. Fue él el que eventualmente la presentó a la sociedad vampírica de la ciudad. Erika estaba asustada al principio, pero rápidamente se adaptó a la situación, como había aprendido bien a hacer durante su vida, aunque nunca se sintió demasiado cómoda entre los de su clase hasta que no entendió más o menos como funcionaban las cosas y pudo empezar a moverse.

Vivió así 70 años acostumbrándose a su nueva y particular forma de existencia, mientras el mundo que la habia visto nacer se transformaba diametralmente a su alrededor. No le fue dificil pasar desapercibida en aquella sociedad, cada vez más anónima y despreocupada. Tambien le resultó cada vez más fácil cazar. Su principal ocupación fue leer, arte, periódicos, algo de otras cosas, y tratar de aprender algo sobre el mundo desconocido que se habia abierto ante ella. Se enteró de la existencia de diversos grupos sobrenaturales y de sus posibles intenciones. Como brazo del sheriff, tambien se acostumbró a la sociedad vampírica, aunque recién ahora decidió incorporarse a ella de manera visible. Trató de ir templando su espíritu, sabiendo que quizá eventualmente su no-vida le traería problemas nuevos, que no podría resolver como sabía, En su vida mortal, Erika no se habia detenido ni dos segundos a reflexionar. Ahora, en cambio, trataba de entender lo que sucedía a su alrededor, y cual era su papel en aquel esquema.

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